Uno de las locales más emblemáticos del comercio capitalino cubano, la popular tienda TenCent, en la intersección de Galiano y San Rafael, ha sido reconfigurado esta semana con la dolarización de “Casalinda”, un establecimiento que hace un año aceptaba la moneda libremente convertible (MLC).
Casalinda se suma a la amplificación de un modelo económico que excluye a sectores de la población cubana y, a la vez, sirve a un segmento muy exclusivo, los que poseen cuentas bancarias en divisas.
Esta transformación hacia un mercado exigente de moneda dura redefine el espacio del otrora TenCent, no solamente en el aspecto físico, sino también en la memoria colectiva del colorido pasado del lugar.
Vista interior de la nueva tienda en dólares en La Habana, en el local que ocupaba el antiguo "TenCent" de Galiano y San Rafael. (Facebook Edmundo Dantés Jr.)
Para 1924, F. W. Woolworth, quien buscaba expandir su organización, a tienda Woolworth’s, ya establecida en Canadá, el Reino Unido, Irlanda y Alemania identificó a Cuba como un mercado ideal a solo 90 millas de Estados Unidos.
Ya para el año 1929, había ocho tiendas Woolworth’s en Cuba, tres de ellas en La Habana: en la Calzada de Monte, en la calle Obispo, y tal vez la más famosa de todas sus localidades, la de la calle Galiano y San Rafael, el espacio que ahora ocupa Casalinda.
En 1929, también existían tiendas Woolworth’s en las provincias de Matanzas y Cienfuegos. Para 1956, se reportaban al menos ocho tiendas de la cadena.
El nombre Woolworth’s era difícil de pronunciar en español, por lo que se le conocía comúnmente como "Centavos" o "TenCent" (10 centavos). En su mejor momento en Cuba, Woolworth llegó a emplear a mil personas.
Fidel Castro asumió el poder y, entre 1959 y 1960, nacionalizó todas las tiendas extranjeras, incluyendo, por supuesto, a las de F. W. Woolworth. En 1967, la empresa presentó una reclamación por 9 millones de dólares por la pérdida de sus tiendas, pero nunca recibió compensación.
Algunos de los edificios de las tiendas han sobrevivido la poca atención y el maltrato y permanecen en el imaginario cubano como monumentos del pasado.